viernes, 15 de octubre de 2010

Vuelo

Los momentos de mejor reflexión para mi siempre son los viajes. En el vuelo uno se va, se va y se va, y se vuelve. Siento palabras revueltas por dentro, que buscan alguna manera de sincronizarse para tener sentido, si es posible. Los pensamientos y recuerdos aparecen en desorden moviéndose constantemente en búsqueda de congruencia. En mis ojos aparecen de pronto todas las cosas q me hacen. De pronto mi vuelta a México, el bicentenario, el golpe a las FARC, los recuerdos de mi vida en la familia de Alba, los mineros de Chile, mi casa nueva, los emigrantes asesinados, mi madre, la guerra de Calderón. De pronto los premios nobel, los fantasmas de mi pasado, las conversaciones con grandes intelectuales, la vista de la ciudad desde mi cama, la pobreza, mi infancia, la injusticia. De pronto tanto, tantísimo bagaje de sentimientos y de historias y yo sin saber qué hacer con todo eso. Cómo atreverme a decir cómo siento México, cómo siento España, cómo siento las mujeres que he sido y que ya no soy? Seré todas? O ninguna? Y aún así todo soy yo, y yo no soy nada. Lo único que sí sé que soy es una música, esa que vibra adentro de mi y que todo este mundo de antes y de hoy, de lo que fué y lo que no ha sido, moldea como burbuja de vida. Con este mundo la música se entona y se coordina, y en su coreografía se hace la voz de la tierra y del tiempo toda una.

Entonces todo es posible... y el mundo se acaba.
Enviado desde mi oficina móvil BlackBerry® de Telcel

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