martes, 25 de mayo de 2010

Reflexiones Nocturnas

Acabo de meterme en la cama, donde me esperaban profundamente dormidos mis dos hijos. Luis ronca de una manera muy graciosa y Amina ocupa tres cuartas partes de la cama. Cuando logré hacerme un huequito en medio de los dos empecé a pensar, como todas las noches, la suerte que es saber que hay dos personas en el mundo a las que quiero y me quieren de manera incondicional e ilimitada. Ellos me conocen de verdad, creen en mi a pesar de mis errores y lo único que esperan de mi... es amor, nada más.

Qué lejanas parecen entonces las críticas y juicios de gente, las exigencias de mi vida, los miedos y las inseguridades. Cuando estoy aqui, dando tanto amor, nada en el mundo puede hacerme daño, todo funciona y fluye en la dirección que debe. El mundo hace sentido con todo y sus etapas dolorosas y, aprendiendo con mis errores y defectos, entiendo que todo ha sido por algo.Entonces pasa algo muy especial que me costó muchos muchos años conseguir: confío en la vida y me pongo en sus manos.

Ahora entiendo que no importa lo que nos pase en los momentos más duros de la vida, en un día difícil en el trabajo, cuando nos topamos con gente que nos agrede... TODO eso se desvanece en el momento en que decidimos responder a ello simple y llanamente con amor.

La Madre Teresa decía que lo único que necesitamos todos de vez en cuando es que alguien nos muestre comprensión, que había siempre que sonreir, pero sonreir con el alma, desde lo más profundo de nuestro ser y tanto como podamos. Por eso no subestimemos el poder de una sonrisa... es la manera que tiene Dios para propagar amor entre nosotros.

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